El Yoga arte milenario que etimológicamente significa Unión.
Unión con el Universo.
El arte del Yoga se ha trasladado a Occidente; pero, ¿cómo se traslada?. Se traslada adaptándose a las culturas occidentales y por la necesidad de Yoga en esta parte del
mundo.
En otro contexto el Yoga se ha transformado, por eso también es que le llaman arte, pues lo consideran creativo, abierto a cambios, que se adecua a las necesidades de las personas; de allí su importancia y los notorios beneficios de su práctica.
El Yoga es el conjunto de técnicas psicofísicas destinadas a mantener y prolongar en optimas condiciones la salud y el bienestar del cuerpo físico, permitiendo un control armonioso del cuerpo, la mente y los sentidos.
En una sesión de Yoga, que dura aproximadamente una hora, son impartidas varias técnicas científicamente estudiadas. Están constituidas de: Asanas (posturas corporales fijas), Pranayama (Ejercicios respiratorios), el Yoga Nidra (Conjunto de técnicas de relax).
EL YOGA EN GENERAL
Hablar de Yoga en general resulta bastante difícil (si no imposible en casos) ya que al hablar de lo que implica esta disciplina estaremos hablando inevitablemente de lo que una corriente determinada entiende que es. Este hecho pasa muchas veces inadvertido para quien, al leer un texto cualquiera, cree entender lo que es el yoga como disciplina, sin tener en cuenta que los textos son escritos por personas que pertenecen a una corriente o grupo determinados.
Es importante comprender que todos los textos (por objetivos que pretendan ser) siempre representan la opinión o la investigación de una persona o grupo. Con esto no se quiere decir que no tengan validez, sino que debemos ver este trabajo como el fruto de un árbol y entender que no es posible conocer ese árbol simplemente a través de uno de sus frutos.
Para definir esta actividad (el yoga), nos sentimos en alguna medida impulsados a aclarar que no es una religión, ni un deporte, ni mucho menos una forma de terapia alternativa. Esto lo hacemos sin negar la existencia de grupos que, en su acercamiento a lo espiritual, linden o se confundan con lo religioso. Y, por otra parte, la existencia de todo un movimiento organizado para la difusión de la actividad desde el punto de vista artístico o deportivo, basándose en el grado de destreza logrado por sus ejecutantes. Ni tampoco el hecho de que gracias a esta actividad es posible superar muchas dolencias, problemas y afecciones de distinta índole. Si destacamos estos tres aspectos es porque en alguna medida han sido los más difundidos o cuestionados de la disciplina.
El yoga trasciende estos hechos puntuales y nos brinda elementos para superarnos en distintas áreas, sin importar nuestra edad o condición física. En una sesión práctica, los límites estarán siempre en cada ejecutante, por esto no hay condiciones para la práctica. Es una actividad que se adapta a cualquier persona.
A menudo la gente se sorprende de sus propias capacidades; se van descubriendo y viendo que con trabajo sus “imposibilidades” van disminuyendo. La práctica sostenida de el yoga permite descubrir las aptitudes que cada uno posee. La vida sedentaria nos va “atrofiando”, nos reduce la movilidad articular, nos hace perder el tono muscular y además nos corta otros grupos musculares, impidiéndonos realizar algunas actividades. Por otra parte, nos conduce a acumular grasa en distintos lugares, estas características representan una amenas para nuestra salud y no sólo para nuestra estética.
En el orden espiritual, ¿la práctica sirve para vivir más tranquilo y en paz?. Existe el estereotipo de que el practicante de el yoga es un ser completamente impasible, inalterable, casi un santo. Pero es sólo un estereotipo que quizás se adapte a alguna persona. Generalmente, en occidente el practicante se enoja y reacciona como cualquiera, salvo que lo reprima (y en oriente muchas veces también). La diferencia está en la capacidad de recuperarse, de “desengancharse” del problema, en no quedar apegado a una situación que te agrede o que te pone agresivo. Los practicantes son tan pecadores o tan santos como cualquiera.
Esta es una actividad que brinda una serie de técnicas psicofísicas que están orientadas a una mejor calidad de vida y a lograr que tu seas tu mismo. Esta es la forma de encontrar el equilibrio encontrándose a uno mismo.
El Yoga es una disciplina que nos permite trascender lo que somos, descubrir nuestras capacidades y arribar a otros estados de existencia. Nos ayuda a superar nuestras neurosis, nuestras depresiones, nuestras ansiedades o al menos coexistir pacíficamente con ellas. Nos sirve para mejorarnos en lo mejorable y aceptarnos en lo que somos. Pero lo más importante es que nos ayuda a comprender que esto que somos ahora es el resultado de lo que hemos sido hasta el momento.
El Yoga, etimológicamente significa unión, con la práctica constante somos capaces de comprender y sentir que somos uno, recobramos esa “unicidad”. Podemos preguntarnos cómo es posible recobrar algo que nos perdimos.
Esta actividad tiene una magia muy especial, que para muchos pasa inadvertida. Pero esa magia no se vende ni se compra, ni siquiera se enseña, pero puede ser aprendida. Y volvemos a la paradoja: ¿cómo puede aprenderse el yoga que es algo que no puede ser enseñado?. Muy sencillo, con práctica orientada, pero práctica al fin. En una habitación a oscuras podemos encender la luz, pero no podemos ver por los demás. Esta es una experiencia única e irrepetible de cada individuo y, a demás de ser intransferible, en su propia elección.
El trabajo del “despertar”, como decía Buddha, es propio de cada uno y no se puede transmitir racionalmente. No siempre los mismos caminos conducen a todos al mismo lugar. Esto es importante comprenderlo para no engañarse con el yoga. Muchas veces es posible caer en las redes del “maya” de la ilusión. Cuando se transita por caminos espirituales, es posible caer en peligrosos juegos de “santidad”, de sentirse dueños únicos de la verdad, y con mayor evolución o “altura espiritual” que el común de los mortales.
Leer acerca del Tao es sólo un punto de partida. Una vez que sus conceptos fueron aprendidos, es hora de salir de la lectura y comenzar a vivir plenamente. La fortaleza del texto radica en movilizar al lector para que encare su propio proyecto de vida. Cuando hablamos de “proyecto”, lo hacemos pensando en presente. Para el taoista éste es el único tiempo capaz de ser vivido, el resto es sólo ilusión. Comúnmente hablamos de nuestros proyectos futuros y de lo que vamos a hacer más adelante. En el yoga Tao, Lao Tse habla sólo en presente, se compromete hoy en vistas al futuro. Podemos poner algo “delante” como fin, pero debemos tener presente que siempre nos comprometemos con el único sujeto a ser vivido: lo actual. Ahora bien, considerando que aun no vivimos en forma plena (el presente), podemos decir que momentáneamente somos un proyecto latente “Latente” significa que late, que está vivo. Pero también significa que aun hemos asimilado dicha condición, es decir, no hemos creado un espacio para que ese proyecto propio se desarrolle, no hemos permitido que la vida aflore en nuestra cotidianidad.
Para el taoista, encarar la vida como proyecto es comprometerse con la individualidad. La individualidad es un estado al cual llega la persona viviendo intensamente. No sabemos nada acerca de ese estado hasta que no permitamos que la sabiduría de Oriente nos comience a hablar sobre el difícil arte de vivir.
YOGA TAO Y EL CICLO DE LA VIDA
A través de la contemplación activa de la naturaleza, los primeros pensadores chinos comenzaron a cuestionarse por el origen de todas las cosas. A esa totalidad viviente que se les presentaba la llamaron “los diez mil seres”. Según el antiguo saber, esta infinidad de seres se generaron del vació. Este vació original era esquematizado por medio de un circulo sin contenido. El circulo representa la perfección de la vida y la globalidad de la existencia.
Podemos también considerar al circulo como un útero o como un ovulo no fecundado. Tanto el útero como el ovulo se hallan llenos de vida y esperan ser fecundados por un espermatozoide, sólo por uno, ya que con eso basta. Cuando éste logra ingresar se produce una transformación. Lo que se hallaba en estado latente ahora se ha fecundado. Aquello que previamente era indiferenciado, ahora ha comenzado a desarrollar ciertos rasgos.
Para cada rasgo surge una oposición. Dentro del ser cada aspecto posee su contracara. Cabe decir que, en un comienzo, estas dualidades se perciben como extáticas e independientes.
Este carácter de extaticidad y oposición es sólo aparente. Al igual que la vida, estas aparentes oposiciones comienzan a interactuar y se vuelven complementarias. Los taoistas recalcan la interdependencia de estos opuestos que ahora se revelan como complementarios.
Los opuestos complementarios se asemejan a dos peces nadando en el agua. Se da entre ellos un equilibrio total. Allí donde Yang es menor, Yin es mayor; donde Yin disminuye, Yang crece. En el centro de ambos segmentos, hay un circulo pequeño : una semilla de Yin dentro del ámbito Yang; el origen de Yang en el extremo de Yin. Esto supone una circularidad infinita.
Los opuestos complementarios Yin y Yang constituyen un modelo de vida. Este paradigma que comprende la totalidad vivencial es el yoga Tao.
El ideograma chino “Tao” está formado por dos radicales: el de la cabeza o guía y el de los pies o avance gradual. La “cabeza" denota un principio o comienzo; el radical “pies” implica la capacidad de movimiento hacia delante. El ideograma en conjunto simboliza el movimiento inteligente hacia delante, la acción en busca de un fin. Es señalar que Lao Tse entiende inteligencia, no como razón, sino como pensamiento.
Se acostumbra traducir la palabra Tao por camino o vía. Pero, como dicen los taoistas, es transito (movimiento, acción) más que “camino”. Es la fuerza, la actividad y el cambio cósmico, el crecimiento eterno que vuelve sobre sí para producir nuevas formas. El vocablo “camino” es empleado para expresar la liberación, la exaltación, la conquista de la paz suprema o de la felicidad definitiva. Interpretar la palabra Tao como “vida” puede adentrarnos en una dimensión mucho más comprometida y enriquecedora, que se mantiene dentro del pensar de Lao Tse.
Nuestro plano presenta una figura dividida en dos partes que se entre cruzan. Tao es equilibrio entre opuestos complementarios: el yin y el yang.
Yoga Tao es la fuerza activa que todo lo abarca. Yin y Yang es una polaridad dinámica complementaria y armónica: el sentido de la sombra lo hallamos en la luz existente, lo esencial de la luz es que disipa la oscuridad; de igual modo, expandirse es abandonar un estado de contracción. El significado de cualquier aspecto deviene de la relación con su opuesto complementario.
Contamos entonces con el plano (Tao) y las herramientas (Yin Yang) para encarar el proyecto de nuestra vida. Pero es necesario también cierto poder y actividad para llevar a cabo dicho proyecto. Hace falta ser un individuo activo para interpretar el plano y utilizar eficazmente semejantes herramientas. Es necesario introducir en este momento otra idea: la noción de Te.
El ideograma Te esta a formado por tres signos: uno que significa “ir”; otro que expresa “recto” y un tercero que simboliza “corazón”. Se trata aquí de ir conformando el camino, la vida propia. Se te se ha traducido habitualmente como eficacia, poder, manera de adaptarse a Tao.
La primera parte del Tao Te Ching hablará de Tao, de la vida y sus características. La segunda parte tratará de Te, la eficacia en el proyecto, lo que podemos conseguir poniéndonos en sintonía con Tao, una vida digna de ser vivida.
La vida está en constante movimiento y cambio, es Tao. Para poder ponerse en sintonía con el yoga Tao el individuo debe de ser activo. El individuo no es un hacer, sino simplemente un “hacer no haciendo” : Wu Wei. Para la persona occidental esta formula puede parecerle paradójica, Wu Wei seria por su forma una contradicción y un sin sentido. Para la persona oriental, Wu Wei es una forma de hacer, sin hacer. No es una actitud estática de quietismo y pasividad, sino una acción meditada. Si se intentara hacer una traducción, la mejor seria quizás “no interferencia. A nivel humano se trata de un criterio de naturalidad, de “vivir y dejar vivir”, buscando evitar la fricción y el roce, pues la inevitable consecuencia de esto ultimo es la pelea o el conflicto. Se trata, por otro lado, de permitir el máximo de libertad personal y de comprender los puntos de vista ajenos. Wu Wei es, por último, un dejar ir, una superación y una cesación, ante todo, de la pasión y del deseo.
La acción es comúnmente el resultado de la operación incesante de la mente envuelta en deseos, la mente es una verdadera batalla de problemas, que, como los deseos, son creados por el “yo”. Para las personas de los países orientales nuestro “yo” es el centro y el problema que debe ser resuelto. Resolver etimológicamente, significa “soltar”. Para el taoista se debe soltar el “yo”, de esta forma, el individuo deja atrás el mundo de la razón e ingresa en el reino del pensamiento y la creatividad. Yoga Tao es una doctrina de lo inmediato: busca la adaptación, la repuesta instantánea y la perfecta aceptación; un acto natural y no forzado que va más allá del sentido común de acción.
El taoismo nos enseña que lo lineal siempre resulta, en último termino, circular.
LA RELACION ENTRE EL INDIVIDUO Y TAO
Para el taoista, el retorno al seno del Tao es la suprema extinción, pero también la suprema inmortalidad. Alcanzar el yoga Tao, es retornar a la raíz y retornar a la raíz es ingresar en la quietud (Wu Wei).
Se ha hecho mucho paralelismo entre esta vía de la quietud (Wu Wei) y la vía mística.
Un análisis en general de vía mística nos revela principalmente cuatro estados fundamentales por los que el hombre debe pasar, a saber: purgación, purificación de la voluntad, iluminación, unificación del ser con lo divino.
En el caso del taoismo encontramos un desprendimiento o depuración, un alejamiento del deseo y una adecuación a la naturaleza o armonía natural en la que se reconoce el individuo como parte de la divinidad. Ahora bien, debemos retomar la jerarquía antes trazada. Se dice allí que el hombre taoista, en su último estado (sabio taoista), trasciende lo humano, es decir, está más allá de toda dualidad natural, para él ya no hay dos sino Uno.
Este Uno es la armonía perfecta. El hombre taoista, es centro, es materia y alma. Pero estos dos últimos se conjugan en un tercero llamado cuerpo o ser (individuo). Así, el hombre taoista es armonía y equilibrio entre el cielo (Yang), que representa el alma, y tierra (Yin), que representa la materia. En el yoga Tao se dice que el cielo y la tierra son “el padre y la madre de todas las cosas”. La diferencia radica en que, en el caso de las religiones teoistas, la trinidad es personal, mientras que en el taoismo se habla de fuerzas impersonales. El hombre debe entonces mantener en su naturaleza una participación equitativa y armoniosa entre el cielo y la tierra. El taoista “posee armonía, y el que posee la armonía posee lo duradero; y poseer lo duradero es estar "iluminado”.
Con el concepto de duradero se hace referencia al carácter XIAN (inmortal) que consiste en dos gráficos: el de “montaña” y el de “hombre”. El inmortal sería para el taoista aquel que se aleja del mundo, que lo supera.
Al salvar la dualidad el sabio taoista da un salto: se aleja de lo humano y penetra en lo divino, se vuelve divino y goza de la eternidad, esto es la iluminación.
Pero el taoista no persigue el poder (Tao) para apropiárselo. La segunda etapa del taoismo no busca fervientemente la inmortalidad o el dominio de la naturaleza sino la plenitud natural del hombre, el individuo. La característica principal del individuo es la unidad, es ésta también la principal característica que Lao Tse adjudica a Tao.
Tao todo lo abarca porque es eterno, penetrar en este misterio supone la aceptación de que Uno es todo, el que sabe que uno es todo es sabio. El sabio es universal, al igual que Tao, todo lo abarca.
La búsqueda del yoga Tao es una misión que se acepta en forma natural, el hombre no tiene otro fin que unirse a Tao. Esta unión se da cuando el sabio regresa al origen. En esta vuelta, es uno con el Tao, y ha accedido por medio del no-conocimiento y la no-acción a aquella fuerza misteriosa que todo lo abarca.
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